LAS DISTINTAS FORMAS DE INTERPRETAR EL CRISTIANISMO

Hoy en día el cristianismo crea confusión. Hay tantas iglesias cristianas que las personas no entienden como los cristianos teniendo una misma Biblia tienen tantas maneras distintas de interpretarla y de vivir el evangelio. ¿Cuál es la iglesia verdadera? ¿Cuál es la iglesia que fundó Jesucristo? De las distintas denominaciones cristianas que existen en la actualidad;  ¿Cuál es genuina, conforme a las enseñanzas del Maestro?

El resultado es que el mundo no cree, porque esto sólo crea confusión. A esto tendríamos que sumar como han vivido el cristianismo muchas de estas denominaciones en la historia; luchas dialécticas, críticas, divisiones, fanatismo, abusos, guerras, asesinatos en nombre de Dios…

Esta división comenzó a surgir desde muy temprano, encontrándose en los primeros siglos distintos grupos, algunos sectarios y falsos, que entendían el evangelio de forma diferente, lo que ocasionó que la iglesia estuviera en lucha desde sus comienzos.

Grupos sectarios que nacieron en los primeros siglos como el gnosticismo, maniqueísmo, arrianismo, donatismo, nestorianismo, priscilianismo, montanismo…, ocasionaron que los cristianos de los primeros siglos estuvieran más ocupados en refutar a los herejes en sus escritos, que escribir para predicar a los inconversos. La lucha continuó a través de los siglos creándose grandes cismas en la iglesia, como el de oriente y occidente (católicos y ortodoxos), y como el de la reforma protestante. A su vez estos grandes bloques cristianos se dividieron en subgrupos, muchos de los cuales perduran hasta el día de hoy. Siendo la parte protestante, la evangélica actual, la más dividida de todas. Pero la división no solamente se encuentra en las iglesias protestantes, en la ortodoxa y católica existen distintas líneas de entender el cristianismos, algunas tan dispares dentro del catolicismo como las que buscan la pobreza extrema, como ocurre con los franciscanos,  y los que buscan tener en sus filas a los que controlan la economía del país, como ocurría antiguamente con los Jesuitas y hoy con  el Opus Dei; los que son pacifistas totalmente y  los que siguen la teología de la liberación y cogen armas en Sudamérica;  los que son de una línea tradicional extrema y hacen todavía misa en latín y los que creen en un cristianismo modernista y liberal, que se parece más a lo que piensa el mundo; y se encuentra otro grupo que cada vez se acercan más a los evangélicos, en sus experiencias con Dios, como son los carismáticos. Un vistazo a la cantidad de iglesias cristianas que existen en la actualidad, nos trasmite una sensación desalentadora, ya que hay cientos de denominaciones distintas que proclaman que están siguiendo el evangelio puro que Jesucristo predicó; y a su vez desacreditan a los otros grupos que proclaman lo mismo que ellas.

BUSCANDO LAS SENDAS ANTIGUAS

Como hemos podido ver en el apartado anterior, la cantidad de denominaciones y formas de entender las Escrituras son muchísimas, lo que trae confusión a los que no creen como a los que creen. ¿Cuál de todas las denominaciones mencionadas anteriormente es la verdadera? ¿Qué iglesia fundaron los apóstoles? ¿Qué camino seguir?

La respuesta a estas preguntas no es fácil, aunque cada una de ellas te dirá que con toda seguridad ellos están en el camino correcto, y que el resto están equivocados.

Yo no puedo decir que los hermanos en cada una de esas denominaciones estén equivocados, porque creo que con corazón sincero siguen el camino aprendido cuando se integraron a esa iglesia. Lo que yo quiero mostraros es que existe un camino más excelente, que podemos encontrar en la senda antigua, al comienzo del camino. No hay agua más limpia en un río, que las que se encuentra en el manantial.

Las denominaciones han ido apareciendo en la historia de la iglesia como un descubrimiento de algunas de las verdades olvidadas por las congregaciones anteriores, que ha traído un despertar espiritual; con el tiempo esta verdad se absorbe y la rutina religiosa lo enturbia todo.

La solución para el cristiano actual, sea de la denominación y credo que sea, es la de buscar en las fuentes del cristianismo, buscar la senda primera y andar por ella, aunque para ello tengamos que despojarnos de todo el lastre religioso aprendido en nuestras vidas.

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestras almas”. (Jeremías 6:16).

El camino más correcto para vivir el cristianismo es el que enseñaron los apóstoles que bebieron directamente de “la fuente de vida”, de Jesucristo. Ninguna iglesia como la del principio del Nuevo Testamento, tendrá la pureza del mensaje del Señor. Por eso es necesario que todo cristiano, sea de la confesión que sea, católico, anglicano, ortodoxo, protestante, evangélico…, busque de una manera personal en las Escrituras, como era la iglesia del principio, como vivían los primeros hermanos. Es necesario que bebamos de las fuentes del Cristianismo, y no de las aguas turbias que con los años se ha convertido el cristianismo. No decimos que la iglesia del principio no tuviera problemas, ni divisiones, ni malos hermanos, lo que decimos es que aunque tenía, como en todo tiempo ha habido, malos hermanos, ellos tenían más fresco y puro el mensaje y el estilo de vida, que ningún otro grupo crecido bajo concepto preconcebidos.

Esta búsqueda consiste, según Jeremías, en pararnos en nuestro caminar cristiano, para preguntar a los que saben del tema sobre como era el principio del camino antes de que los hombres tomaran tantos atajos y senderos distintos. Si alguno piensa que me refiero a preguntar a los líderes que te han enseñado el sendero que actualmente sigues, estas equivocado. Debemos de preguntar a aquéllos que recibieron  el camino de boca del maestro; esto es,  a los apóstoles del Nuevo Testamento. Ellos a través de las Escrituras nos mostrarán como sentían a Dios, como vivían, como se reunían…, los primeros hermanos.

El Señor, en nuestra lectura personal del Nuevo Testamento, nos irá alumbrando el entendimiento, ya que es el mismo Señor, quien tiene interés en que tú vivas un evangelio genuino, puro y sincero. Cuando descubramos el camino, tendremos que despojarnos de todo peso que nos impide avanzar (todo el lastre religioso aprendido), para poder caminar por esa senda con libertad. El resultado será descanso para nuestra alma, satisfacción personal, comunión con el Padre y vida abundante.

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