La consejería pastoral ha acompañado a la Iglesia desde sus primeros días como un ministerio de cuidado, dirección espiritual y acompañamiento en medio de las luchas humanas. Sin embargo, la base de toda consejería cristiana no se encuentra en las corrientes psicológicas modernas ni en estrategias humanas, sino en la Palabra de Dios y en la acción del Espíritu Santo. Desde una mirada teológica, la consejería en la Biblia refleja el llamado divino a pastorear, animar y corregir con amor a aquellos que buscan dirección en el camino de la fe.
Consejería como parte del ministerio pastoral
El término “pastor” en la Escritura conlleva la idea de guiar, proteger y alimentar al rebaño. Jesús mismo se presenta como el modelo: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:11, RV1960). La consejería pastoral, entonces, es una extensión del cuidado de Cristo a través de sus siervos, quienes deben reflejar su carácter de entrega y compasión.
El apóstol Pablo comprendió esta dimensión cuando escribió: “Amonestándoos unos a otros con toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3:16, RV1960). Aquí se observa que el acompañamiento no es solo un asunto individual, sino una práctica comunitaria, donde la Palabra y la adoración nutren y corrigen a los creyentes.
La Escritura como fundamento de la consejería
Una mirada teológica a la consejería bíblica reconoce que la autoridad principal no descansa en la experiencia del consejero, sino en la Palabra de Dios. Como afirma el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmos 119:105, RV1960).
Esto significa que cualquier orientación pastoral debe estar enraizada en la verdad revelada. La Consejería que ignora la Escritura corre el riesgo de convertirse en un consejo meramente humano, que puede ser pasajero o incluso engañoso. En cambio, la Palabra ofrece principios eternos para enfrentar el sufrimiento, el pecado y la toma de decisiones.
En este sentido, la consejería pastoral incluye:
- Confrontación amorosa con la verdad: señalar el pecado con humildad y esperanza de restauración (Gálatas 6:1).
- Dirección espiritual: ayudar al creyente a discernir la voluntad de Dios en situaciones complejas (Santiago 1:5).
- Consuelo en la aflicción: recordar la fidelidad de Dios en medio del dolor (2 Corintios 1:3-4).
El rol del Espíritu Santo en la consejería
La guía pastoral no depende únicamente de la habilidad del consejero, sino de la obra del Espíritu Santo. Jesús prometió que el Espíritu sería “otro Consolador” (Juan 14:16, RV1960), es decir, un acompañante permanente para su pueblo. En la práctica de la consejería, el Espíritu obra en dos dimensiones: ilumina la Escritura para que sea aplicada correctamente y abre el corazón del aconsejado para recibir la verdad.
Por ello, el consejero cristiano debe depender de la oración constante, pidiendo discernimiento y sensibilidad. La consejería que se limita a técnicas humanas puede ser útil en lo emocional, pero solo la intervención del Espíritu Santo trae verdadera transformación interior.
Consejería en comunidad
La Biblia presenta la vida cristiana como un camino compartido. Pablo exhorta: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2, RV1960). Este mandato muestra que la consejería no es solo responsabilidad del pastor o líder, sino de toda la comunidad de fe.
En la iglesia primitiva, los creyentes no estaban solos en sus luchas; oraban unos por otros, compartían recursos y se exhortaban mutuamente. La consejería pastoral, entonces, no reemplaza el apoyo comunitario, sino que lo articula y lo fortalece.
Conclusión
La consejería en la Biblia es mucho más que dar buenos consejos o resolver problemas inmediatos. Es un ministerio que surge del corazón mismo de Dios, fundamentado en la Palabra, sostenido por el Espíritu Santo y vivido en comunidad. La guía pastoral tiene como meta principal conducir al creyente a Cristo, el Buen Pastor, y afirmar su vida en la verdad del evangelio.
Hoy, frente a los desafíos emocionales, espirituales y sociales, la Iglesia está llamada a ofrecer consejería bíblica que no solo alivie cargas, sino que conduzca a una transformación profunda. Cuando la consejería se entiende desde una mirada teológica, se convierte en una herramienta poderosa para edificar vidas y fortalecer a la Iglesia en su misión de ser luz en el mundo.
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
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