Al Respecto de la Obligatoriedad de la Preparación del Predicador:” El Seguimiento de Jesús y la Formación Ética del Joven

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Ante la falta de amor y esperanza y la necesidad hallar motivos que llenan de pasión por la vida y dan perspectiva para recrear un mundo mejor; así es posible recurrir al seguimiento del camino de Cristo Jesús, que no evita el sufrimiento, pero sí lo supera por medio del amor que trasciende el egocentrismo. 

 

Ahora bien, para que podamos iniciar el camino que Jesucristo nos plantea, es necesario primero conocerlo a él, quien nos muestra cómo es el verdadero amor encarnado, que no solo es amor a sí mismo y a Dios, sino también al prójimo y a la creación entera. Ésta ha de ser la pauta moral fundamental para todo cristiano: el amor. 

 

Para los jóvenes que aún no están desgastados por el peso de lo cultural, esto es primordial, pues aquí se puede encontrar el primer amor que queda impreso en el corazón para siempre. Para quienes ya tienen un desgaste por cuestiones culturales o sociales, el amor en Jesucristo los renueva y recrea como hombres nuevos, al ser configurados en él. Por eso es preciso mostrarles que en el diario vivir también se puede desarrollar la vocación cristiana. Sin salir de su realidad, el joven lleva a ella la experiencia de su encuentro con Dios.

 

Como hemos visto, todos los seres humanos buscamos a qué estamos llamados en esta vida, y podemos responder a esta pregunta desde distintas perspectivas. La vocación del creyente, del joven, invita a dar respuesta desde el amor, y ese amor que nace desde la libertad consiste en “seguir históricamente la vida de Jesús para captar cómo desarrolla él su historia y así aprender a vivir nuestra historia”. Tal es la voluntad del Padre, asumida por medio de la vida salvadora de su Hijo, según el Espíritu, de manera histórica y transformadora en la realidad humana. 

 

Asumir el seguimiento de Jesús constituye la dimensión central de la moral cristiana que, como vemos, se da por la opción libre de cada uno al encontrar su sentido de vida. Éste se proyecta en este plano terrenal, al reconocer la realidad del joven en su actualidad presente y actuante. El que no se trate de una realidad extra mundana nos implica y nos ubica como directos responsables de nuestras reflexiones, decisiones y acciones. Esto es diferente de lo que se planteaba en otros momentos, cuando el mundo de las ideas estaba separado de la encarnación humana, y por ello no impactaba la reflexión moral sobre las acciones. Esto, porque la conciencia de los jóvenes se va moldeando sobre los acontecimientos, antes que, sobre un precepto, lo cual permite que su memoria y creatividad actúen libre pero entrañablemente: “Los cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, quien nos ha revelado la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido.” (Celam, “Documento de Puebla. III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano” …

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