La tensión es universal, afecta a las personas de toda edad, de toda comunidad y en todo país. Su tensión puede ser diferente de la que experimentan sus amigos creyentes, sin embargo, todos hemos experimentado tensión alguna vez.
Entendiendo las tensiones. Pablo dio buenos consejos acerca de las actitudes de las personas que se sentían bajo presión. “Dejen de quejarse”, escribió, “y en lugar de eso, llenen sus mentes con cosas que son buenas y honorables” (Filipenses 4:8). Cuando aplicó este consejo a su propia vida, Pablo fue capaz de contentarse aun en medio de mucha tensión (Filipenses 4:11-12).