¿Cómo estar seguros de nuestra salvación?

Seguro de nuestra salvación

-Permítame hacerle una pregunta… -El joven avanzó con pasos lentos hacia el frente de la clase, podía verse que no estaba cómodo con lo que quería preguntar, estábamos hablando de la fe en Jesucristo, del regalo de la vida eterna y la seguridad de la salvación, se habían hecho diversas preguntas en la sala, pero él aun parecía cargar con una pesada duda.

 

-Quisiera que me volviera a explicar una cosa- comenzó a decir, – ¿Cómo puedo estar seguro que si muero hoy, soy verdaderamente salvo? -hizo una pausa para mirarme fijamente a los ojos, antes de completar con angustia la última frase -He cometido pecados, así que, ¿Cómo puedo estar seguro de ser salvo?

 

He escuchado la misma pregunta muchas veces. Yo misma me la repetí durante mucho tiempo. Y aunque parece muy simple, esta pregunta mina la fe de mucha gente, martillando sus pensamientos, y llenando de angustia sus afligidos corazones, pero gracias a Dios por su Palabra, porque una y otra vez, podemos descansar en que la Biblia tiene respuestas para esta interrogante. 

 

Nuestra salvación le pertenece a Dios

 

Podemos estar seguros de nuestra salvación, porque ella no depende de nosotros, sino que le pertenece a Dios, es suya, y nadie puede arrebatársela. La Biblia, describiendo lo que Juan vio en el cielo, dice que una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus y lenguas, estaba delante del trono de Dios, “Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.1

La salvación le pertenece a Dios, y Él la entrega a quien quiere, no por merecimiento, sino por gracia. Pablo explicando a los creyentes romanos cómo recibimos de Dios la justicia que nos exonera de la culpa, les dijo que somos “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.”2

 

Nuestra salvación es por gracia

 

Que la salvación sea de Dios, y que nosotros la recibimos por gracia, quiere decir que no depende de nosotros. No podemos ganarla, ni obrar de modo alguno para merecerla. No la podemos obtener por nuestros propios medios, sino que es un don de Dios. Pablo le dijo a los efesios, “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”3

Lo que Pablo está diciendo con esto, es que la salvación no depende en modo alguno del que la recibe, porque ni siquiera la fe, que es el canal para recibir la gracia salvadora, depende de ellos, sino que también es un don de Dios. Él lo da a quien Él desea, porque “no es de todos la fe.”4 “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”.5

 

Nuestra salvación está garantizada en el Nombre de Jesús 

 

Podemos estar seguros de nuestra salvación, porque no se fundamenta en otra persona, o en otro nombre, sino en el Nombre de Jesús, el Mesías Salvador. Pedro, habiendo sido interpelado por el Sanedrín judío, al respecto de quien respaldaba la sanidad física, y la liberación espiritual del inválido que mendigaba en la puerta del templo, respondió con un elocuente sermón, diciendo:

 

“Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano” Y agregó: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”6

 

Pedro quería dejar claro que el garante de la salvación del mendigo, no era él, ni su poder, sino Jesucristo, el Salvador y Mesías, el dueño de la autoridad, y el Dador de la salud. En el Nombre de Jesús, había sido hecho el milagro. El anuncio dado por Dios a José, el padre terrenal de Jesucristo, se hacía evidente en presencia de todos. Dios le había dicho: “Y (María) dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.7

 

En el idioma hebreo, la palabra que se usa para salvación, y para salvador, es la misma que se traduce “Jesús” en el nuevo testamento: Yashua. Lo que quiere decir que la esencia de Jesucristo, establecida desde su nombre, tenía que ver con manifestar y asegurar la salvación de todos los hombres. Por eso no hay otro nombre, bajo el cielo, en el que podamos ser salvos. Solo el Nombre de Jesús tiene ese poder. Y “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”8

 

Nuestra salvación está asegurada en su cualidad eterna

 

Una y otra vez, la Biblia, para referirse a nuestra salvación, usa la expresión: eterna. Como lo señaló el escritor a los Hebreos, Jesucristo “vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen.”9

 

Que sea eterna, es significativo. Porque no está limitada a un tiempo específico, sino que excede a todos los tiempos. La salvación es perpetua, funciona en el presente, pero ya existía en el pasado, y seguirá existiendo y funcionando en el futuro. La biblia dice que el Cordero Salvador, y su sangre redentora, estaban preparados desde antes de la fundación del mundo,10 Él existía antes del principio,11 y por cuanto es eterno, “puede también salvar, perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios.” 12

 

Nuestra salvación es una obra completa

 

Cuando Jesús estaba colgado de la cruz, clavado de pies y manos, estaba terminando la labor necesaria para la salvación. Su sangre fue derramada en el altar del calvario, y la demanda divina había sido satisfecha. 

 

Cuando la profecía se cumplió en su totalidad, la expresión final de victoria de aquel sacrificio de la cruz, brotó de los labios del Hombre sufriente, en una sola palabra: Teléo (que se traduce: Consumado es 13), y que significa: Terminar, completar, ejecutar, pagar la deuda. Todo había sido cancelado. Todo estaba hecho. La obra redentora se había completado. Ya no había necesidad de más sacrificios por el pecado. La remisión de los mismos estaba hecha, y “donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado”14.

 

La deuda estaba pagada, y la vía de acceso a la salvación, liberada. Nuestros pecados pasados, presentes y futuros, habían sido cargados a su cuenta, y la deuda que nos era contraria, había dejado de existir. 

 

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Después de esbozar todas estas razones, ante aquel muchacho, pude ver cómo renacía en él la luz de la esperanza. Había empezado a entender que la salvación era un regalo, no un resultado de sus obras. Le di la mano, a modo de saludo, y le dije concluyendo:

 

-Ninguno de nosotros es suficientemente bueno, pecamos a diario; pero la sangre de Jesucristo sí lo es. Ella tiene el poder y la virtud, para limpiarnos de todo pecado…

 

Libna Villegas de Parra

Directora del Departamento de Prensa

Fundación NotiCristo

Redes: @noticristo- @libnavillegas

Libna

 

LEYENDA:

1 Apocalipsis 7:10, 2 Romanos 3:24, 3 Efesios 2:8-9, 4 2 Tesalonicenses 3:2,5 Romanos 9:16, 6 Hechos 4:10-12, 7 Mateo 1:21, 8 Romanos 10:13, 9 Hebreos 5:9, 10 1 Pedro 1:20, 11 Juan 1:1, 12 Hebreos 7:25, 13 Juan 19:30, 14 Hebreos 10:18

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