Decaimiento en el Ministerio: una realidad factible

Ministerio

Introducción

Los hombres y mujeres llamados al ministerio podemos experimentar decaimiento en el servicio a Dios. Todos los que hemos sido llamados al ministerio cristiano somos susceptibles a caer, en términos del baseball, es un “slump” en nuestro desempeño como pastores, maestros, evangelistas, siervos de Dios en general.

Múltiples factores pueden ser los agentes causantes del decaimiento en el ministerio: pérdida de la perspectiva acerca de quién es Dios, la naturaleza misma del ministerio cristiano, descuido espiritual, problemas económicos, enfermedad, conflictos en el matrimonio o familia, intimidación de agentes agresores, entre otros. Cualquiera que sea el factor influyente, el decaimiento en el ministerio es una realidad que todos podemos enfrentar en cualquier momento en nuestro ministerio y, por supuesto, enfrentar consecuencias por esto. ¿Es el final del ejercicio ministerial? ¿Hay posibilidades de recuperación? ¡La buena noticia es que sí!

El caso de Timoteo

Este fue el caso de Timoteo en Éfeso. Timoteo enfrentaba una férrea oposición por parte de líderes fraudulentos quienes enseñaban asuntos contrarios a la sana doctrina, los cuales se habían levantado posterior a la salida de Pablo de allí, lo cual fue advertido por él mismo en su discurso de despedida:

“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”. (Reina-Valera, 1960, Hechos 20:28-30).

Esto había ocasionado en Timoteo cierto temor que le estaba paralizando en su ejercicio ministerial  (Reina-Valera, 1960, 2 Tim. 1:7).

Pablo tenía la certeza acerca de la fe genuina de Timoteo en el Salvador (Reina-Valera, 1960, 2 Timoteo 1:5); no obstante, estaba preocupado por su decaimiento  en el ministerio al Señor y le dice en una primera ocasión:

“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio.” (Reina-Valera, 1960, 1 Timoteo 4:14).

Adicionalmente, el apóstol Pablo le dice en la segunda carta que le envió a Timoteo en vista del evidente decaimiento de Timoteo en el ministerio:

“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.  Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”, (Reina-Valera, 1960, 2 Timoteo 1:6-8).

No tenemos certeza del intervalo de tiempo entre la primera carta de Pablo a Timoteo y la segunda. Lo que sí es muy cierto es que ya en la primera carta le había hecho una primera advertencia que evidencia la preocupación incipiente del apóstol Pablo;  ya la segunda vez que le toca el mismo tema a Timoteo, nos habla acerca de  cierto grado de cronicidad del problema que experimentaba el joven líder.

Note el grado de preocupación del apóstol Pablo respecto al decaimiento en el ministerio por parte de Timoteo. En la primera carta, Pablo indica que el don ministerial que había recibido Timoteo, fue producto de la imposición de las manos del Presbiterio. No obstante, en la segunda carta, Pablo se  deslinda del Presbiterio y señala de forma franca que ese don ministerial era producto de la imposición de las manos por parte de él mismo, lo cual lo hacía responsable delante de Dios.

Algunas evidencias gramaticales y sintácticas  nos indican, no solo el decaimiento en el ministerio por parte de Timoteo, sino, en cierta medida, su paralización, que es aún más preocupante. La construcción literaria en el capítulo 4.1-5, donde increpa a Timoteo a ejercer el ministerio poniendo de testigo a Dios y al Señor Jesucristo quien juzgará a vivos y a muertos en su manifestación y en su reino y, adicionalmente, el uso de verbos en modo  imperativo, tiempo aoristo, que se aprecia como un cambio literario  significativo entre la primera carta y la segunda[i],  nos habla claramente de la parálisis ministerial de Timoteo de la cual Pablo pretende sacarlo.

Nosotros hoy día

Ningún ministro del evangelio está exento de experimentar decaimiento en el ministerio encomendado por  nuestro Señor. Las causas pueden variar y, de hecho, varían, como lo he indicado. Esto, no solo nos afecta a nosotros mismos, sino a quienes son los beneficiarios del ministerio que Jesucristo ha puesto sobre nuestros hombros.

Quizá algunos se queden en el camino como bien sabemos que ha ocurrido, lo cual es lamentable, y deciden no continuar en el ejercicio ministerial optando por otro oficio. Otros quizá, continúan ejerciendo el ministerio, pero llenos de frustraciones, insatisfacciones, con un perfil muy bajo que carece  de resultados encomiables.

No tenemos evidencia textual en la literatura paulina que nos indique que Timoteo salió de ese “slump” en el ministerio, más allá de lo que el mismo Señor Jesucristo dice respecto a la iglesia de Éfeso en el mensaje dirigido a ella en el libro de Apocalipsis: “y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos”, (Reina-Valera, 1960, Apocalipsis 2:2b). Esta declaración de nuestro Señor con respecto a la iglesia de Éfeso nos da fe de que, finalmente, fue una iglesia que por el manejo certero de las Escrituras evadió las falsas enseñanzas de ministros fraudulentos.

Pero ¡hay esperanzas! Lo importante es recordar quién nos llamó al ministerio y qué clase de dotación nos dio para servirle por medio de su carisma (don): “… espíritu de poder, de amor y de dominio propio.

Tenemos en las Escrituras un excelente ejemplo de restauración y reactivación del potencial ministerial en la persona de Pedro.

De forma descriptiva, el evangelista Marcos en su narrativa acerca de los hechos de Jesús en su significación salvífica, nos presenta la trayectoria del apóstol Pedro que le condujo al quebrantamiento, a una verdadera bancarrota global en su vida de fe, lo cual fue su punto de partida:

  1. Inmerso en una corriente de incredulidad sostenida (Reina-Valera 1960, Marcos 5-10; cf. 16:14, son varios los eventos al respecto, pero no tengo espacio para desarrollar).
  2. Confianza en sí mismo: “Aunque todos se escandalicen, yo no” (Reina-Valera, 1960, Marcos 14:29). Quizá él pensó que por ser la persona que declaró la identidad de Jesús (Reina-Valera, 1960, Marcos 8:29) estaba en una posición preferencial al resto.
  3. Descuido en la oración: Cuando Jesús más lo necesitó, Pedro no respondió al llamado a la oración “Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora?” (Reina-Valera, 1960, Marcos 14:37).
  4. Clímax de la trayectoria: La negación (Reina-Valera, 1960, Marcos. 14:66-71).
  5. Llegó el quebrantamiento: “Y pensando en esto, lloraba” (Reina-Valera, 1960, Marcos 14:72b)

Cuando tocamos fondo, como el caso ilustrativo de Pedro, es cuando podemos comenzar la travesía hacia del crecimiento transformativo.

No obstante a este dramático decaimiento en el ministerio vivido por Pedro, el Señor Jesucristo lo restauró y restituyó en el ministerio (Reina-Valera, 1960, Juan 21), lo cual vemos evidenciado en el desarrollo de la iglesia en Jerusalén durante el siglo (Reina-Valera, 1960, Hechos 1-11.18) y las epístolas escritas por el apóstol Pedro.

Conclusión

Si por alguna razón estás pasando por una etapa de decaimiento en el ministerio, permíteme decirte que no es el final del camino. Hay esperanza en nuestro Dios de salir de esta fase crítica que nos paraliza como le ocurrió a Timoteo, al profeta Elías (Reina- Valera, 1960, 1 Reyes 18 y 19); al apóstol Pedro (Reina-Valera, 1960,  Juan 21), al resto de los apóstoles (Reina-Valera, 1960, Marcos 14:50). El poder de su Espíritu está a nuestra disposición para reactivarnos y revitalizarnos.

 

¡Ánimo!

 

Este artículo fue escrito por:
Jorge Eliécer Navarrete G.
Profesor de Ciencias Teológicas y estudiante del programa de Doctorado en Teología de UCL

 

Notas Exegéticas

[i] El aoristo imperativo indica inicio de una acción que no se estaba haciendo: κήρυξον, ἐπίστηθι, ἔλεγξον, ἐπιτίμησον, παρακάλεσον, v.2; κακοπάθησον, ποίησον, πληροφόρησον, v. 5. Es importante observar los cambios de tiempos verbales y los modos verbales entre la primera y segunda carta de Pablo a Timoteo. Desde el punto de vista exegético, esto tiene un peso muy importante. Le invito a ver el siguiente diagrama en bloque de este texto en el griego koiné y traducción dinámica por este servidor para tener la idea clara de lo que estoy afirmando.

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