Aprender hebreo puede ser una experiencia profundamente enriquecedora para quienes desean profundizar en las Escrituras en su lengua original. Sin embargo, uno de los primeros obstáculos con los que se encuentra el estudiante principiante es entender que no todo hebreo es igual. Existe una diferencia significativa entre el hebreo moderno, hablado actualmente en Israel, y el hebreo bíblico, la lengua en la que se escribió la mayor parte del Antiguo Testamento. Este artículo busca aclarar esos conceptos y orientar al lector respecto a la importancia de aprender el hebreo bíblico en el estudio ministerial y teológico.
Dos hebreos, un origen común
Tanto el hebreo moderno como el hebreo bíblico provienen de una misma raíz semítica. El hebreo, como lengua del pueblo de Israel, tiene miles de años de historia. Sin embargo, el uso cotidiano del hebreo como lengua hablada desapareció durante siglos, permaneciendo vivo principalmente en la liturgia y los textos sagrados. Fue recién en el siglo XIX, con el renacimiento sionista, que Eliezer Ben-Yehuda lideró el movimiento que reintrodujo el hebreo como idioma hablado, dando origen al hebreo moderno.
Aunque ambos comparten el mismo alfabeto y una gran cantidad de raíces léxicas, las diferencias entre ambas formas de la lengua no son menores.
Diferencias principales entre hebreo bíblico y hebreo moderno
- Vocabulario y significados:
Muchas palabras han cambiado de sentido. Por ejemplo, la palabra רֶכֶב (rékhev) significa «carro de guerra» en textos bíblicos, pero en hebreo moderno suele usarse para referirse simplemente a un “vehículo”. Este tipo de cambio semántico puede inducir a error si se asume que el significado moderno es equivalente al bíblico. - Gramática y estructuras verbales:
El sistema verbal del hebreo bíblico se basa en aspectos (perfecto e imperfecto), más que en tiempos verbales definidos. En contraste, el hebreo moderno adoptó estructuras más claras de pasado, presente y futuro. Por ejemplo, en hebreo bíblico, el imperfecto puede describir una acción futura, habitual o incluso presente, dependiendo del contexto. - Pronunciación y vocalización:
En la Biblia, el hebreo no se escribía con vocales. Fue la tradición masorética la que, entre los siglos VI y X d.C., introdujo un sistema de vocalización. El hebreo moderno, por su parte, no utiliza estas marcas vocales en el habla diaria ni en la escritura informal. Esto puede dificultar la lectura correcta del texto bíblico para quienes no han sido entrenados en el sistema vocálico masorético. - Estilo literario:
El hebreo bíblico utiliza paralelismos poéticos, expresiones idiomáticas antiguas y estructuras sintácticas complejas. Libros como los Salmos, los Profetas y Job muestran una riqueza literaria que exige sensibilidad lingüística para ser bien interpretada. “Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal” (Salmo 19:9b–10, RV1960).
¿Por qué aprender hebreo bíblico?
Para quienes estudian teología, enseñan la Palabra o desean profundizar en su comprensión espiritual de las Escrituras, aprender hebreo bíblico es una herramienta invaluable. Permite:
- Comprender el mensaje original sin depender completamente de traducciones.
- Apreciar los matices teológicos, poéticos y narrativos del texto.
- Analizar pasajes complejos con mayor precisión.
Por ejemplo, en Génesis 1:1 leemos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1, RV1960). La palabra hebrea traducida como “creó” es בָּרָא (bara), que en hebreo bíblico se utiliza exclusivamente para referirse a la acción creadora de Dios, algo que se pierde en algunas traducciones modernas.
Además, el hebreo bíblico nos permite ver conexiones temáticas que no son tan evidentes en español. Palabras relacionadas por raíz comparten significado, revelando patrones literarios que enriquecen nuestra lectura.
Un enfoque claro: el texto bíblico
Los cursos serios de hebreo bíblico están diseñados con un enfoque en el texto sagrado. No se centran en la conversación cotidiana ni en el uso moderno del idioma, sino en capacitar al estudiante para leer, comprender e interpretar las Escrituras tal como fueron inspiradas originalmente. Es un viaje riguroso pero gratificante.
Como escribe el salmista: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105, RV1960). Conocer esa Palabra en su lengua original es, sin duda, una manera de caminar con más claridad y profundidad en el sendero de la fe.
Conclusión
Aunque comparten raíces, el hebreo bíblico y el hebreo moderno son herramientas distintas, cada una con su propósito. Para el ministerio, la exégesis y el crecimiento espiritual, el hebreo bíblico abre puertas de comprensión que transforman la lectura de la Escritura. Aprenderlo es una inversión en fidelidad al mensaje revelado y en el desarrollo del llamado de enseñar la verdad.
Que al estudiar el idioma santo, podamos decir como el profeta Jeremías: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón” (Jeremías 15:16, RV1960).
Nota final
En el mes de agosto, la Universidad Cristiana Logos ofrecerá el curso “Hebreo bíblico”, una oportunidad única para profundizar en el sentido original del texto sagrado y enriquecer la enseñanza, la consejería y la predicación. Este curso está diseñado para creyentes, maestros y ministros que desean fortalecer su interpretación bíblica desde la lengua en la que fue escrita gran parte de la Palabra de Dios. Los esperamos con gratitud y expectativa. Invierta en su formación, al servicio del Reino.
Más información en el siguiente enlace: https://www.logos.university/post/certificaci%C3%B3n-en-hebreo-b%C3%ADblico-en-alianza-con-moriah-college
Por María del Pilar Salazar
Decana Académica
Univ. Logos
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