Christopher González
La esclavitud y la servidumbre eran común en los tiempos antiguos y la práctica surge por varias razones. Por ejemplo, las conquistas de las naciones y la expansión de los reinos, la maldad humana como vemos en el caso de José vendido como esclavo por sus hermanos, condiciones económicas que forzaban individuos a venderse como esclavo son algunas razones por las cuales la práctica de la esclavitud existía y era necesaria en los tiempos. En este ambiente Dios establece las reglas excepcionales con referencia al uso de la esclavitud entre hermanos hebreos presentados en Éxodo 21 y Deuteronomio 15.
La práctica de la esclavitud entre hebreos era necesaria como vehículo de restitución por causa de una deuda o venta de propiedad y se utiliza como herramienta de paga y/o penalidad. El principio de reciprocidad puede ser inferido de las escrituras como vehículo para ejercer justicia, brindar restitución a las víctimas, penalizar al transgresor y disuadir a futuros transgresores para prevención, orden y bienestar social.
Aunque Dios no permitía que los hebreos tomaran entre sus hermanos esclavos se establecieron normas para casos especiales que distinguían el trato entre esclavos hebreos y esclavos extranjeros. Dios les recuerda a los hebreos que el trato hacia un esclavo siempre debe de ser uno que ponga siempre en perspectiva el hecho de que ellos mismos sufrieron esclavitud en manos de los egipcios y que al ser liberados de tal opresión pasaron a ser esclavos de Dios.
Con este recordatorio Dios comienza a fundamentar la famosa regla de oro predicada luego por Jesús. Los hebreos conocían personalmente lo que era ser esclavo de Faraón y de Dios. Por lo tanto, para un hebreo la definición de libertad era el pasar de un amo a otro. Esto es, la voluntad del hombre en el contexto histórico hebreo quedaba siempre sujeta a la voluntad de un amo y señor.
MENSAJE
Seis años de servicio era el máximo permitido por ley según las escrituras para un esclavo hebreo. En el caso particular de que la causa de la esclavitud fuese la paga de una deuda, podemos ver que el máximo recobro por este medio está sujeto a límites. De aquí surgen dos preguntas cuya respuesta nos dan luz al valor intrínseco que tiene la libertad del hombre.
¿Qué gana el amo si tiene que pagarle al esclavo un jornal justo?
¿Qué pierde o como se penaliza el esclavo en el servicio si obtiene beneficios de empleo, casa y comida según los estatutos de la ley?
Deuteronomio 15 nos revela que el amo gana bendición de Dios fruto no solo del servicio del esclavo sino de su trato. Pero con respecto al costo del esclavo la respuesta la encontramos en el gobierno de la voluntad del esclavo. El ejercicio de la voluntad del hombre tiene un valor incalculable. Para el hombre y en la experiencia social humana el ejercicio libre de la voluntad tiene un valor sin medida. A la luz de la perspectiva divina podemos concluir que, en la práctica de esta ley, el libre ejercicio de la voluntad del hombre tiene un valor inmenso.
Veamos con más detalle las condiciones de la ley con respecto a la esclavitud entre hebreos y las obligaciones de los amos. El amo estaba obligado a otorgar libertad al séptimo año, permitiendo la salida solo o con la familia con que entro al comienzo del servicio de esclavitud. Si el esclavo se hace de una familia fruto de la casa del amo este tiene que salir solo pues la mujer y sus hijos pertenecen por ley al amo de la casa.
Al momento de libertad el amo está obligado a enviar al esclavo abastecido según este haya sido bendecido por su servicio. En el trato al esclavo el amo tiene que acordarse de los momentos de esclavitud bajo los egipcios, pero también recordarse del trato que recibe de su amo Jehová Dios.
Ahora es necesario que consideremos las condiciones humanas y las experiencias vividas en el periodo de esclavitud para ambas partes. Ahora los invito a imaginar la vida y el sentir del esclavo, del amo y la casa dentro de este periodo de esclavitud que estamos estudiando. Partiendo de la premisa de que el amo es un fiel siervo de Dios, obediente en conducta y practico en el ejercicio de la fe bajo las expectativas divinas, el trato al esclavo es uno de hermandad y buena voluntad.
El amo trata a este esclavo como un miembro más de la familia, preocupándose de su bienestar y estableciendo en el periodo de seis años de servicio lazos de amistad, amor fraternal, confianza, dependencia mutua, confraternización y experiencias en momentos tanto buenos como malos. De la perspectiva del esclavo este se siente miembro de una familia y parte activa de las circunstancias que rodean a su amo. El esclavo, aunque sujeto a la voluntad de un amo, no siente carga dentro de estas condiciones y trato.
El beneficio de esta relación mutua es evidente por el fruto y la bendición con que Dios recompensa la casa del amo. Podemos entonces entender la dificultad sentimental que ambas partes, el amo y el esclavo, experimentaran cuando el año séptimo de la libertad toque a las puertas de la casa.
Ahora bien, a esta dificultad se añade el caso en que el esclavo se haya hecho de una familia en sus años de servicio producto de una esposa otorgada a este por la casa de su amo. Una esposa que se origina producto de la relación especial que este tiene con la casa de su amo. Sabemos por experiencia que las raíces producto de la relación humana en este caso son más profundas. El esclavo ahora se hace miembro de la casa y los lazos se extienden producto del amor por la esposa y muy probablemente los hijos que esta relación produce.
Imaginemos los dilemas que surgen bajo estas condiciones. Para el esclavo existe una expectativa particular y una lucha sentimental inimaginable pues se acerca una hora en la cual se tiene que tomar una decisión de escoger entre ser dueño y señor de su propia voluntad o renunciar a esta, entregando la voluntad perpetuamente por amor al amo y a la esposa. Imagínense la lucha espiritual.
Recordemos que según la ley el amo está obligado a eximir de servicio al esclavo en el séptimo año, otorgándole la libertad. El esclavo está obligado a aceptar la libertad y seguir su camino, fuera de toda jurisdicción por parte del amo. Esta situación jurídica obliga al esclavo a marcharse con solo una excepción causada por amor. Si el esclavo no quiere aceptar la libertad otorgada a el por la ley por amor al amo, a la casa y a la esposa este tiene la alternativa de renunciar a su libertad frente al juez. El acto de renuncia tiene que ser hecho frente a la puerta de la ciudad, esto es frente al juez y otros testigos. El ejercicio del acto es uno particular, el amo tiene que tomar al siervo y utilizando el madero de la puerta como apoyo, debe abrirle un hueco en la oreja del siervo para marcarlo como evidencia de su decisión voluntaria de renunciar a su libertad. La herida en la oreja del siervo es la marca que da testimonio a los demás de que ahora es esclavo perpetuo de su amo, esto por causa de amor; amor que ata.
Durante los seis años de servicio esta decisión es una que debe traer peso al siervo. El esclavo no puede tardar la decisión pues el amo está obligado a otorgar la libertad en el séptimo año. Es decir, si el esclavo no quiere irse de la casa por amor en el séptimo año está obligado a ser partícipe de la práctica de renuncia con todo lo que esta conlleva. A la hora de la decisión una de dos cosas van a suceder, o es echado de la casa obligatoriamente por el amo por causa de las condiciones de la ley o este tiene que presentarse ante el juez y hacer su confesión de esclavitud perpetua, sujetándose voluntariamente a la práctica de la marca en la oreja. No existe aquí una tercera alternativa. Una decisión tiene que ser tomada a la hora; esclavitud perpetua o libertad.
Imaginemos la batalla sentimental que surge en este momento. Este esclavo tiene todo el derecho de escoger ser dueño y señor de su voluntad propia. No existe nada que le prohíba ejercer la práctica de su voluntad ni nada que legalmente lo ate. El ejercicio pleno de la voluntad de este hombre está al alcance en esta hora de decisión. Pero en este caso especial y según su experiencia este hombre siente algo especial por el amo, por su esposa y la casa. La voluntad a la cual estaba sujeto por esto seis años era agradable y los vínculos de amor eran incalculables. Existe para el esclavo un valor en la casa de su amo que sobrepasa todo deseo de ejercicio de voluntad propia. Todas las experiencias vividas, el potencial de hacer perpetuo este sentimiento es uno que vale la pena obtener. Dicen las escrituras que el siervo dice; “Yo amo á mi señor, á mi mujer y á mis hijos, no saldré libre”. Es decir, “le tengo amor a esta casa, me siento bien con el trato que recibo de mi amo y de los demás miembros de su casa, amo las intenciones y el propósito de este lugar, amo a mi esposa y al futuro que tiene mi familia aquí, amo los valores morales que se viven y que se enseñan en esta casa. Si me marcho a seguir mi voluntad voy a extrañar a esta casa, me voy a privar de esta demonstración de amor que recibía cada día, voy a crear un vacio en mi corazón si camino libre, la carga de mi consciencia va a ser pesada. Aunque caminare libre seré esclavo de mi conciencia y del amor que ata.”
La casa por otro lado también está sujeta a unos vínculos sentimentales increíbles. Recordemos que el trato a este siervo fue uno fraternal. El amo siempre se inclino al bienestar de este esclavo. La mujer ama a este su esposo, el cual muy probablemente es imagen y semejanza de su amo. El fruto del trato entre el amo y el esclavo producen que este trate de igual manera a su propia esposa y familia. La esposa y los hijos aman a su padre esclavo y anhelan la unión perpetua.
Lo que ata a este esclavo y lo que finalmente lo persuade a renunciar a su voluntad propia es el amor que siente por el amo y por todo lo que este amo representa. El escoger libertad es renunciar a todo lo que la casa del amo ofreció y renunciar al potencial y al futuro prospero de amor. Escoger libertad es ser dueño y señor de la voluntad propia. En el acto de libertad el esclavo está libre de poner en el trono de su vida propia sus propios deseos y control de su destino. Pero es evidente que junto con el ejercicio de la libertad se renuncia a la voluntad del que antes gobernaba su vida en actos de buena voluntad y de amor fraternal.
No cabe duda que cuando el esclavo escoge quedarse con su amo, en el camino al juez le inundaran pensamientos de duda, de debates y dilemas. La marcha hacia la esclavitud voluntaria no va ausente del constante recuerdo de que la libertad está disponible por derecho legal. Es decir, el esclavo cumplió a plenitud perfecta los requerimientos de la ley y por ende tiene derecho a ser libre. Pero ahora preguntémonos qué papel juega en todo esto la consciencia, y qué papel juega el amor que ata. Es aquí en donde surge el dilema entre lo que le corresponde legalmente vs lo que su corazón desea y debe hacer.
Con el acto consumado delante del juez el esclavo regresa a la casa de su amo con una marca que lo identifica como esclavo perpetuo. Una herida que testifica de un acto voluntario por amor al señor de la casa y por amor a su esposa. Una marca que da testimonio de la renuncia de la libertad a causa del amor que ata. ¿Cuánto se regocijará la esposa y la casa al ver a ese que regresa con la herida que indica que siendo libre escogió esclavitud perpetua? Coloquémonos en el lugar de la esposa o del hijo en este instante. Ahora imagínense que a lo lejos vemos que se acerca un hombre caminando con pañuelo en mano tapando con este la herida de la oreja producto de su decisión al escoger esclavitud perpetua. La esposa reconoce que quien se acerca es su esposo. La sangre y la herida en este hombre son producto del amor que ata.
No sabemos cuántos hombres en la historia de la humanidad fueron sujetos a tales circunstancias. Aunque las escrituras no nos relatan un caso en particular es claro que, dentro de la experiencia histórica del pueblo judío, por lo menos un hombre fue expuesto a tales circunstancias que levantaron la necesidad de tal ley excepcional. Aunque ninguno de nosotros hemos sido sujetos a tal situación, podemos simpatizar con todos los sentimientos envueltos aquí según las experiencias personales vividas. Muchos hemos experimentado la separación de un padre o ser querido a causa tal vez de muerte, divorcio, separación económica u otra circunstancia. El sentir emocional relacionado por una separación es el mismo en cualquiera de estas circunstancias. En fin todos podemos simpatizar con lo que siente el corazón a causa de una separación. El sentir del esclavo, del amo, de la casa, esposa o hijos son experiencias que podemos todos relacionarnos por nuestras experiencias personales.
Ahora bien, les tengo que revelar que en mis estudios bíblicos encontré a uno que vivió y practico tal acto de amor. Durante la meditación de esta práctica antigua el espíritu me conduce al monte Getzemani cuando Jesús estaba orando momentos antes de ser entregado por Judas a los líderes judíos. Podemos ver en las oraciones de Jesús que le había llegado la hora de la decisión equivalente al año séptimo antes descrito. Jesús estaba afligido en gran manera pues conocía su destino. En su corazón, Jesús sabía que había cumplido a perfección la ley y que tenía todo el derecho de ser libre. En su tribulación Jesús debate con su voluntad humana y le es evidente que existen dos alternativas, libertad o esclavitud. Cuando en sus oraciones Jesús dice “Padre mío, si es posible, que pase de mi esta copa; pero que no se haga mi voluntad sino la tuya” su decisión es a favor de la voluntad del Padre. Es decir; “Yo amo á mi señor, á mi mujer y á mis hijos, no saldré libre”.
Jesús aquí decide renunciar a lo que le es legal por amor al Padre, a la casa y a la esposa. Aquí está la misma situación que narramos en Éxodo 21. Al igual que el esclavo, Jesús amo el propósito y la voluntad del Padre por encima de su voluntad propia. Al igual que el esclavo, Jesús amo a la humanidad que es figura de la esposa. Al igual que el esclavo, el amor que ata causa que Jesús escoja la esclavitud perpetua por amor. Podemos imaginarnos a Jesús en su clamor que debatía en su corazón diciendo; “tengo el derecho de ser libre pues cumplí a perfección con la ley, pero es que amo a estos discípulos, amo a estos que pueden ser salvos por mí, amo el propósito y las intenciones de mi padre, es que amo a esta mi esposa, no saldré libre.”
Cuanto nos alegramos al saber que nuestro Señor y salvador escogió vivir para nosotros por amor. La práctica de Éxodo 21 nos abre una ventana al mismísimo corazón de Jesús y a su sentir en los momentos de su decisión equivalente al séptimo año. Nos gozamos pues en algún día lo conoceremos tal y como es y veremos las marcas que dan testimonio del amor que ata. ¡ALELUYA!
Pausa: En estos momentos anuncio y doy comienzo a un reloj de cuenta regresiva para traer a conclusión el mensaje.
Amados que me escuchan, Dios nos revela su voluntad a través de las escrituras. También Dios nos expresa su sentir a través de las experiencias históricas vividas por sus profetas, reyes, siervos y por ultimo Jesús. Conocemos el sentir de nuestro Señor Jesús porque compartimos y simpatizamos con las circunstancias presentadas aquí en este relato. El sentimiento de amor, a veces de abandono, de desesperación, de sujetar nuestra voluntad a la de otro no nos es ajeno pues todos de una manera o de otra hemos pasado por nuestra propia carne experiencias semejantes. El libro de Filipenses capitulo 2 nos revela la verdad que Jesús siendo libre se sujeto a la voluntad del Padre, echando a un lado su posición de Gloria y sujetándose a esclavitud por amor a nosotros y por amor a las intenciones del Padre. Cada uno de nosotros somos esclavos sin excepción de personas. Desde la perspectiva divina somos esclavos de nuestra voluntad que nos conduce a perdición o somos esclavos voluntarios sujetos a la voluntad de Nuestro Señor Jesús para salvación. No existe una tercera alternativa. A cada persona le llegara su séptimo año de decisión en el cual tendremos que escoger entre seguir nuestra voluntad escogiendo libertad o en donde escogeremos esclavitud perpetua porque conocemos a ese que nos amo primero y se entrego por nosotros en la cruz del calvario. Fue en el madero que Jesús testifico ante el jurado la decisión de marcarse por amor a ti, escogiendo esclavitud perpetua para la salvación de nuestras almas.
Conclusión
Pausa: es aquí en donde el reloj marca el final del tiempo regresivo para la conclusión del mensaje. El sonido del reloj es audible a la audiencia y lo acerco al micrófono para que se escuche de manera clara. Aquí comienzo la conclusión y el llamado a persuadir las almas.
Amigo que me escucha, el sonar de este reloj indica que le ha llegado el séptimo año a alguien en esta audiencia. Le ha llegado el momento de escoger entre libertad o esclavitud a alguien en esta hora. Nadie aquí es extraño al amor pronunciado por Dios hacia nosotros. No somos extraños al mensaje de salvación ni al propósito de la cruz. Jesús de Nazaret murió por nuestras transgresiones y resucito para que podamos hallarnos justificados ante el Padre por medio de Él. Por medio de Jesús encontramos paz para nuestras almas, recibimos el regalo de vida eterna y comunión plena con su persona. El amor incalculable de nuestro Jesús se hace evidente por sus acciones y su voluntad para con nosotros. Es ahora tu turno de escoger renunciar a tu voluntad, sujetándola a Jesús para salvación de tu alma.
El momento de decisión es ahora. Por esas puertas hoy saldrán dos tipos de personas, aquellas que deciden escoger la libertad y aquellas que deciden ser esclavos perpetuos de Jesucristo. Unos saldrán marcados con la sangre de Jesucristo y otros saldrán en persecución de su voluntad propia. La decisión no puede ser dejada para luego pues el tardar la decisión equivale a renunciar al amor de Jesús y de su voluntad. Date cuenta que cruzar por las puertas sin marcarte como esclavo perpetuo es renunciar al amor y la salvación que Dios en su misericordia te ofrece por medio de Jesucristo. La carga bajo el yugo esclavo de Jesús es liviana porque está fundada en amor. El servicio a Jesús es agradable y la comunión satisface las necesidades del alma. Yo te invito a que seas participe de este acto, pasando al frente para renunciar a tu voluntad y que aceptes a Jesús como dueño y Señor de tu vida.
Amados hermanos, hemos sido todos testigos del amor de nuestro Señor y de su deseo de que entremos en su voluntad perfecta para la salvación de nuestras almas. Es la voluntad de Dios que le conozcamos de manera personal y que tengamos comunión en cada momento de nuestras vidas. Te invito a que continúes buscándole de manera personal en las escrituras. Una manera de conocerle es escudriñando las escrituras y pidiéndole cada día que sea El que nos abra las ventanas a su corazón, vistiéndonos de santidad y levantando el velo de nuestros ojos para descubrirle. Qué bonito es saber que Jesús siempre está disponible y que por nuestras experiencias podemos acercarnos en una relación maravillosa. Continuemos buscando su rostro en las escrituras y preparémonos para cuando llegue el momento de verlo en persona, cargando las marcas del AMOR QUE ATA.
Dios les bendiga a todos.
REFERENCIAS
- 1. Geisler, N. & Howe, T., The Big Book of Bible Difficulties: Clear and Concise Answers from Genesis to Revelation. Grand Rapids, MI: Baker Books, 2008.
- MacArthur, J., La Biblia de Estudio MacArthur, Versión Reina Valera 1960. Nashville, TN: Grupo Nelson, 2011.
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