El desequilibrio en el control de nuestras emociones ante las situaciones de la vida oprimen el corazón y poco a poco le dañan de forma que la medicina no lo puede remediar, por ello es necesario cuidarlo y protegerlo.
Principales situaciones que afectan el corazón
Pese al avance científico de la humanidad, es común que el hombre se desarrolle sin aprender a conocer su personalidad e inclusive no aprenda a solventar conflictos afectivos, y a relacionarse con los demás. Todo ello lo lleva a sufrir continuamente.
Las situaciones de estrés, preocupación, decepción, ira, en el momento de su aparición no dañan visiblemente nuestro cuerpo, realmente lo van haciendo más frágil.
Con el transcurrir de los años el impacto de estas situaciones y el mal manejo que hacemos de ellas dañan terriblemente nuestro corazón. Las personas que acumulan emociones, son más propensas desarrollar enfermedades cardiovasculares, e igual las que viven con angustia y stress.
Viviendo en equilibrio
Todos debemos aprender a vivir en equilibrio, desde la infancia hemos ido asimilando situaciones de desapego, abandono, stress, rechazo, miedo y pueden parecer muy comunes pero nos van impactando positiva o negativamente.
Algunas de estas situaciones son la separación de nuestros padres, la introducción en nuevos espacios, los retos de aprendizaje entre otros.
Nos impactan porque se generan con las personas en quien confiamos, de quien esperamos. Aprendemos a confiar en nuestros padres, maestros, amigos y al ser todos ellos hombres igual que nosotros, son susceptibles de traicionar esa confianza.
Por ello sabiamente nos indica la palabra en Jeremías 17,5…Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.
La clave es en quien ponemos nuestra fe, quien es nuestra esperanza? Nuestra esperanza es el Señor.
Reorganizar afectos y expectativas
Considerando la cita de Jeremías 17, no quiere decir que nunca más confiaremos en nosotros mismos o en los demás particularmente en aquellos a quienes amamos, sino que debemos de priorizar y ordenar en nuestra vida.
Darle el primer lugar a Dios, no solo es un mandato bíblico sino que nos protege de la desilusión, la esperanza y el desasosiego.
Al colocar al señor en primer lugar y confiar nuestros planes y proyectos en el; hemos de tener la seguridad que es él quien procurará que todo lo que ocurra será para nuestro bien. Y así podremos decir: Jehová es mi fortaleza y mi escudo; En él confió mi corazón, y fui ayudado, Por lo que se gozó mi corazón, Y con mi cántico le alabaré. Sal 28-7
No hemos de ser perezosos por el contrario, se nos invita a …Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.Sal 27-14. Por lo tanto nuestra vida profesional como en la familiar e inclusive la sentimental hemos de hacer nuestro mayor esfuerzo pero el resultado, debemos animarnos y esperar lo mejor en el Señor.
Tener un corazón sano
Confiar, amar y esperar en el Señor, no se traduce en que no tendremos ninguna situación difícil o que nos vendrán momentos de aflicción. Mientras estemos vivos, todo eso se suscitará, pero al colocar nuestra confianza primero en Dios lo viviremos de manera diferente.
Asimilar los momentos difíciles sabiendo que no estamos solos, entendiendo que todo es temporal y nuestra mayor gracia es la salvación obtenida por Jesús para nosotros, nos permitirá sufrir menos porque él nos da alivio y tendremos así un corazón sano.
Cuando confiamos en el Señor y vivimos en fe, seremos bendecidos, dice Jeremías 17
7 Bendito el varón que se fía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
8 Porque él será como el árbol plantado junto á las aguas, que junto á la corriente echará sus raices, y no verá cuando viniere el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de hacer fruto.
Y aún en los momentos difíciles, no dudemos de confiar en el Señor que pasando cada situación nos aguarda una bendición mayor, así podremos proclamar “ Mas yo en tu misericordia he confiado; Mi corazón se alegrará en tu salvación. Cantaré a Jehová, Porque me ha hecho bien. Salmos 13:5-6
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