Inspiración para servir: Cómo mantener el enfoque

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Servir a Dios es uno de los privilegios más grandes que podemos tener como creyentes. Sin embargo, en medio de las demandas del ministerio, las responsabilidades personales y los desafíos diarios, es fácil perder de vista nuestro propósito. La falta de enfoque no solo afecta nuestra eficacia, sino también nuestra conexión con Aquel que nos llamó a servir. Este artículo busca inspirarte y ofrecerte herramientas bíblicas para mantener el enfoque en tu llamado.

El fundamento de nuestro servicio

El primer paso para mantener el enfoque es recordar quién es la fuente y el propósito de nuestro servicio. El apóstol Pablo, al escribir a los colosenses, expresó: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Colosenses 3:23, RV1960). Este versículo nos recuerda que nuestro servicio no se basa en agradar a las personas, sino en glorificar a Dios.

Cuando perdemos de vista esta verdad, corremos el riesgo de desanimarnos ante las críticas, el agotamiento o la falta de reconocimiento. Por eso, cada día debemos renovar nuestra mente, enfocándonos en que servimos para cumplir los propósitos eternos de Dios.

Identifica las distracciones

Uno de los mayores desafíos para mantener el enfoque son las distracciones. Estas pueden ser externas, como las demandas de la vida diaria, o internas, como la duda, el orgullo o el deseo de aprobación.

En el relato de Marta y María, Jesús enseñó una lección clave sobre las prioridades. Marta estaba ocupada con los quehaceres, mientras María se sentó a los pies del Señor para escucharlo. Jesús le dijo a Marta: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lucas 10:41-42, RV1960).

Este pasaje nos recuerda que, aunque las tareas sean importantes, no debemos permitir que nos alejen de nuestra comunión con Dios. Evalúa qué cosas están robando tu tiempo y energía, y ajusta tus prioridades para que Dios sea siempre el centro.

Recuerda tu llamado

El llamado de Dios es la brújula que guía nuestro servicio. Cuando enfrentamos dificultades, necesitamos recordar las palabras de Pablo: “Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:24, RV1960). Este recordatorio nos ayuda a confiar en que, aunque las circunstancias sean difíciles, Dios nos dará la fortaleza para cumplir con Su propósito.

Además, reflexiona sobre el momento en que recibiste tu llamado. ¿Cómo confirmó Dios ese llamado en tu vida? ¿Qué impacto ha tenido tu servicio en otros? Recordar estos momentos de gracia nos motiva a perseverar y a renovar nuestro compromiso.

Busca inspiración en la Palabra

La Biblia es nuestra mayor fuente de inspiración y dirección. En ella encontramos principios que nos ayudan a mantenernos enfocados, incluso en los momentos de dificultad. En Isaías 40:31, leemos: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (RV1960).

Este versículo nos anima a depender de Dios en lugar de nuestras propias fuerzas. Pasar tiempo en Su Palabra nos llena de esperanza y nos recuerda que Su poder es perfecto en nuestra debilidad.

Mantén la disciplina espiritual

Para mantener el enfoque, necesitamos cultivar una vida espiritual disciplinada. La oración, la meditación en la Palabra y la adoración constante son esenciales para mantenernos conectados con Dios. Jesús mismo es nuestro ejemplo, pues, aun en medio de Su ministerio, buscaba momentos de intimidad con el Padre.

En Marcos 1:35 se nos dice: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (RV1960). Si Jesús, el Hijo de Dios, necesitaba apartarse para orar, cuánto más nosotros. Prioriza estos momentos en tu día, incluso cuando las demandas del servicio parezcan abrumadoras.

Rodéate de una comunidad de apoyo

Dios no nos diseñó para servir solos. En el libro de Eclesiastés, se nos recuerda: “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero” (Eclesiastés 4:9-10, RV1960).

Busca rodearte de personas que compartan tu fe y visión, y que puedan alentarte y corregirte cuando sea necesario. Una comunidad saludable no solo te brinda apoyo, sino que también te ayuda a mantenerte responsable y enfocado en tus metas espirituales.

Enfócate en el fruto eterno

En ocasiones, podemos desanimarnos porque no vemos resultados inmediatos. Sin embargo, nuestro llamado no se basa en producir resultados visibles, sino en ser fieles. Jesús nos dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5, RV1960).

Permanece conectado a Cristo, y confía en que el fruto vendrá en el tiempo señalado por Dios. Recuerda también las palabras de Gálatas 6:9: “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (RV1960).

Conclusión

Servir a Dios es un privilegio, pero también requiere intencionalidad. Para mantener el enfoque, necesitamos recordar nuestra misión, identificar y eliminar distracciones, buscar inspiración en la Palabra, cultivar una vida espiritual disciplinada, una relación fuerte y profunda con Dios y porque no, también rodearnos de una comunidad de apoyo.

El apóstol Pablo escribió: “Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14, RV1960). Que estas palabras sean nuestra inspiración para perseverar con fidelidad y mantener nuestra mirada fija en Aquel que nos llamó a servir.

 

Por María del Pilar Salazar

Decana Académica 

Univ. Logos

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