La Religiosidad popular
Las manifestaciones vinculadas son lo sagrado realizadas principalmente por las comunidades o en las localidades son conocidas como religiosidad popular.
Manifestaciones religiosas, ¿fe desvirtuada?
La religiosidad popular significa vivir las enseñanzas de Dios, el seguir las huellas de Cristo desde el lugar donde nos toque desenvolvernos: en la familia, en el trabajo, como parte de un grupo social, como miembros de la iglesia.
Es caracterizada por gestos más intensos, de mayor implicación emotiva, de un sentido más fuerte de la fiesta; se encuentra a menudo un vínculo profundo entre la religión y los problemas concretos del grupo humano.
Entre las formas clásicas de la religiosidad popular encontramos: Devoción a los santuarios (sobre todo las peregrinaciones), Fiestas patronales, culto a los santos locales, los votos, las bendiciones.
El folclore religioso a menudo, constituyen palpables evidencias de cultos paganos, a veces disfrazadas muy superficialmente de ingredientes cristianos.
Hasta cierto punto las personas que únicamente viven de la manifestación o ritual sin un verdadero cambio de vida, poco a poco desvirtúa la verdadera fe en Dios, que nos debe llevar a vivir y ser un Cristo.
Mestizaje y religiosidad popular
Una tendencia muy desarrollada en los países que fueron colonizados es la existencia de una forma «mixta»: un modo popular de usar la religión tradicional de manera eminentemente supersticiosa, con la tendencia a utilizar lo sagrado de manera formal y auto tranquilizante, a menudo con resabios mágicos.
La religiosidad popular está constituida por la vivencia interna de la fe, por la devoción a tales o cuales imágenes y ritos, por la continuación de una tradición heredada de los mayores.
En América latina, las expresiones religiosas de los indígenas y amerindios eran múltiples antes de la llegada de los españoles, estas creencias y los sistemas rituales sufrieron la evangelización.
Sin embargo, la evangelización impuesta también a los africanos esclavos traídos hacia América; el mundo religioso personal y familiar de negros e indígenas, inclusive en las pequeñas comunidades se mantuvo, generándose con ello el sincretismo religioso.
Religiosidad y clase social
Max Weber, fue el primero en relacionar la práctica religiosa con el puesto de la persona en la estratificación social.
La religión popular, es considerada como prácticas piadosas populares, es decir son la manera que tiene ésta de darse entre los lugares «bajos» del sistema de estratificación social, incapaces de acceder a la sofisticación del discurso teológico aceptado.
Joan Prat, propone llamarlo experiencia religiosa ordinaria; es decir «conjunto completo de comportamientos, ritos, concepciones, vivencias, representaciones sociales y símbolos de carácter religioso que en un marco concreto -espacial y temporalmente- sustentan unos individuos también concretos» (Prat 1983: 63.)
La realidad del pueblo que vive la religiosidad y piedad popular debe ser escuchada; y no hay mejor ámbito para está escucha que la congregación, el ministerio, el servicio entre todos de los unos a los otros y a uno.
Religiosidad popular latinoamericana
En los países latinoamericanos, mayoritariamente católicos, se dan rasgos religiosos comunes entre las clase altas y medias y los grupos de trabajadores, campesinos, pobladores y masas de desempleados.
Pero donde la diferencia de frecuencias marca no sólo una distancia cuantitativa, sino que en algún punto permite admitir saltos cualitativos imperceptibles que enmarcan sustantivamente las estructuras significativas que le dan coherencia a cada expresión religiosa correspondiente a cada clase o fracción de clase.
En todas las clases sociales se verifican las prácticas devocionales y las promesas a los santos, pero es un hecho que dichas prácticas tiende a aumenta considerablemente en tanto se baja en la escala social; por el contrario tiende a disminuir considerablemente en los estratos altos, donde sedan en el contexto de una cultura dominante y burguesa.
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