En Juan 14:6, Jesús nos revela que Él es «el camino, la verdad y la vida», afirmando que nadie puede llegar a la presencia de Dios en el Reino de los Cielos a menos que sea a través de Él.
En otras palabras, Cristo se presenta como el GPS Divino. Pero, ¿te has preguntado cómo nos puede guiar hacia ese destino?
Primero, es importante entender que el Cielo es un lugar perfecto y que nada imperfecto puede entrar en él. Si lo imperfecto pudiera entrar, el lugar perfecto dejaría de serlo.
En segundo lugar, es fundamental autoevaluarse para determinar si tenemos acceso al Cielo. La pregunta crucial que debemos hacernos es: ¿Eres perfecto?
Y aquí encontramos el dilema. Personalmente, confieso que no soy perfecto y no cumplo con el requisito establecido en Mateo 5:48: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Y algo me dice que muchos de los que leen estas líneas comparten este sentimiento.
Así que planteemos el dilema: yo no puedo entrar en el Cielo, pero hemos visto en Juan 14:6 que Cristo puede abrir un camino para que yo pueda hacerlo. La reacción de los discípulos fue de asombro: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” (Mateo 19:25). Jesús les respondió: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26). Ahora me pregunto, ¿cuál es el método para alcanzar este objetivo que parece imposible? Para conocer la respuesta, siempre vuelvo a la Biblia. Veamos qué me dice:
Cristo le dijo a un hombre: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 5:20). Y a una mujer: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 7:48).
Empiezo a descubrir cómo lo logra: perdonando los pecados. ¡Maravilloso! Pero aún más asombroso es considerar los pronombres utilizados en ambas frases. En el primer caso, Jesús se dirige a un hombre a quien no había visto antes. En el segundo caso, habla con una mujer que tampoco le conocía. A pesar de esto, en ambos casos utiliza la palabra «tus».
¿Me sigues, verdad?
A Cristo le gusta tutear. El Dios Soberano es cercano, y no solo eso; anhela tener una relación personal contigo. Él no quiere una religión, sino una relación auténtica. Ya hizo Su parte para que tu perdón sea posible. Lo que queda por hacer es que tú te acerques a Él, dejando atrás lo malo y confiando en lo que Él hizo por ti. Recuerda que no te obliga, pero sí te espera con los brazos abiertos. Si decides no acercarte, Él respeta tu elección. Es un verdadero Caballero.
El Salmo 42:1-2 expresa: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?”
¿Es este tu caso, o prefieres seguir vagando por la vida sin el Salvador?
Jonás: ¿Relato histórico o ciencia ficción?
https://youtu.be/uG0V4MIvtlo?si=gttSrixKtbN8MpIp
Andrés Díaz Russell
Coordinador del programa
«ALGO DIOS VA A HACER»
Youtube: https://youtube.com/@algoDiosvaahacer